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martes, 12 de julio de 2011

A solas con Gimena Accardi


A solas con Gimena Accardi


Como si fuera el leitmotiv de su vida junto a Nicolás Vázquez (34), su novio desde hace cuatro años, Gimena Accardi (26) asegura que nunca hace planes. “Somos impulsivos y desestructurados, nos gusta mirarnos de repente el viernes a la tarde y decidir escaparnos a Mar del Plata sin ni siquiera haberlo charlado antes, por ejemplo. Con Nico le robamos una frase a su papá que dice ‘planificar es no hacer’. Queremos tener la libertad de elegir en el momento, preferimos que la vida nos lleve”, dice la nueva integrante del elenco de Herederos de una venganza.

Y así como Gimena improvisa su cotidianidad, para la pintura también es desestructurada. “Dibujo un boceto sobre la tela y lo voy transformando a medida que avanza la pintura. Eso sí, como soy muy ansiosa, necesito empezarla y terminarla lo más rápido posible”, confiesa. Gimena descubrió la pintura hace tres años, cuando, después de realizar algunos bocetos sobre hojas blancas, Nicolás la incentivó para que empezara a pintar y le regaló un atril, varios acrílicos y pinceles. “Es un hobby que lo hago en mis tiempos libres frente al ventanal del living de casa, no soy pintora ni mucho menos”, asegura.

–¿Tomaste alguna clase?

–Me encantaría, pero por ahora no, todo es bastante improvisado. Siempre me gustó, las paredes de nuestra casa en Tigre las pintamos con Nico porque nos divertía. Y después yo, que soy súper meticulosa, decoré con guardas los rincones y pinté dibujos y frases.
–¿Cómo es la convivencia?

–Nos llevamos bien, disfrutamos mucho de la simpleza de la cotidianidad, miramos una película o comemos algo. Hay fines de semana que nos dedicamos exclusivamente a estar juntos y no vemos a nadie. Y otros en los que invitamos a amigos y Nico se ocupa de hacer el asado.
–¿Vos cocinás?

–El fin de semana nunca, porque soy bastante vaga, pero durante la semana me encanta. Hasta tenemos una huerta en el jardín que cuidamos un montón. Cultivamos lechuga, rúcula, radicheta, rabanito, perejil, cebollita de verdeo y albahaca.

–Te criaste en un departamento. ¿Te gusta vivir lejos de la ciudad?

–Me adapté enseguida. Tomamos la decisión de venir a vivir a Tigre y estamos felices. Ni siquiera extraño el kiosco abierto 24 horas porque siempre tenemos algo dulce para comer. La verdad es que no lo cambio por nada; hasta tenemos una labradora que se llama Uma y una gata que se llama Pachorra.

–¿Ya piensan en tener hijos?

–El nido ya está, pero todavía no. Los dos estamos trabajando mucho y tenemos otros proyectos. En la semana nos levantamos a las seis de la mañana, nos saludamos como podemos y cada uno desayuna por separado en el auto camino al trabajo. Y recién volvemos a vernos después de las seis de la tarde, cuando terminamos de grabar. Todavía soy chica, vamos paso a paso.

–¿Y ganas de casarse?

–Probablemente en algún momento me case, pero no tengo la fantasía del vestido blanco y la megaboda. Con Nico somos muy religiosos, pero no creemos en la Iglesia. Y si nos casamos queremos una ceremonia muy íntima con amigos, algo relajado en el campo. En lugar del vestido pomposo llevaría un solerito color crudo. Quiero salir del cliché, llevar el maquillaje indispensable y hasta peinarme yo misma.

–¿Creés que hay que casarse antes de tener hijos?

–No, para nada. No fui educada así. A mi papá lo obligaron a casarse a los 18 años porque quedó embarazada su novia y al poco tiempo se divorciaron. Después conoció a mi mamá, me tuvieron a mí y se casaron cuando yo tenía 4 años. Fui al Registro Civil con mis viejos, estoy educada de otra forma, menos tradicional. Si viene un hijo primero, bien; si no, me adapto a lo que venga.

–Con Nicolás comparten la profesión. ¿Se ayudan entre sí?

–Antes de empezar Herederos…  le pedí por favor repasar las escenas que grababa el primer día porque estaba nerviosa. Y me ayudó, me aconsejó y me sugirió algunas cosas. Tenemos admiración mutua, me encanta y me emociona verlo trabajar.

–¿Cómo te sentís interpretando el personaje de la China?

–Estoy feliz, me encanta representar un papel tan fuerte. Es completamente diferente a lo que venía haciendo, el personaje es muy dramático y oscuro. A China le pasan cosas terribles, está enferma de celos, se lastima y se angustia mucho. En los veinte días que grabé ya lloré, sufrí, grité y besé…, todo lo que no hice en los dos años de Casi ángeles.

–¿Te resulta agotador ponerle el cuerpo a un papel tan comprometido?

–No, al contrario, es más cansador hacer de heroína, porque no podés demostrar mucho. Con el personaje de la China canalizo todo. Es terapia pura.

Fuente: Revista Hola

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